Elblogoferoz / Mónica Ledesma.- Caprichosas perlas, coquetos corales, románticos cuarzos, soñadoras turquesas o risueños jades tintinean su belleza cuando los tímidos rayos del sol de las tardes santacruceras los acarician a través del escaparate. Como mecidos en un sueño de glamour atraen, cual imanes juguetones, a quien decide entrar en este mundo del arte hecho lujo. Ya que al igual que Audrey Hepburn inmortalizó su desayuno ante los diamantes del escaparate de la joyería neoyorkina Tiffany, la fantasía y el glamour de estas caprichosas piedras preciosas atrapan a quien las contempla en un particular mundo de elegancia con nombre de mujer: Ana Esther.
Esta firma de alta joyería, adscrita hace tres años al colectivo Tenerife Moda del Cabildo Insular, nació en 1968 y desde entonces siempre ha sido un negocio familiar que ahora recae en la segunda generación de esta familia de orfebres de la elegancia. Actualmente son dos hermanas, Sonia y Fátima Vázquez, las encargadas de plasmar su exquisita imaginación en el diseño de lujosos collares, pulseras, broches, bolsos de fiesta o relojes que se exhiben en la joyería que también lleva el nombre de su firma: Ana Esther, ubicada en la céntrica calle Bethencourt Alfonso, nº 5 (antigua calle San José) de la capital tinerfeña.

Las hermanas Sonia y Fátima Vázquez impregnan de lujo y fantasía cada uno de sus diseños de alta joyería para la firma tinerfeña Ana Esther
Sonia explica que “el nombre de la joyería, así como el de la firma, se debe a otra de mis hermanas, que nació el mismo año en que mi madre decidió abrir la tienda, que inicialmente estaba ubicada en el municipio de Puerto de la Cruz”. Al respecto, Fátima añade que “mi madre tenía mucho gusto para la moda y también viajaba mucho y se impregnaba de todas las ideas que veía en ferias internacionales de joyería como la de Hong Kong, Italia, Basilea, etcétera. Ferias de donde tomaba las ideas que luego plasmaba en los collares que diseñaba y que, digamos, han sido y siguen siendo la seña de identidad de esta marca”.
Inspiración y buen gusto con la que crecieron ambas hermanas y que, además, llevó a Fátima a estudiar Gemología y posteriormente especializarse en el mundo de la joyería para continuar con la tradición familiar. Mientras que Sonia, aunque se licenció en Ciencias de la Información y se especializó en Marketing, nunca quiso desvincularse de este mundo y la hizo, finalmente, dedicarse al diseño de joyas. Una pasión que las ha llevado a las dos a complementarse de tal manera que ahora son las responsables directas de unos diseños que adornan de elegancia a la mujer actual.

Ambas hermanas diseñan las colecciones, aunque el grueso de la fabricación de sus piezas se realiza en el extranjero. “Aquí tenemos un pequeño taller donde hacemos trabajos puntuales, sobre todo encargos de clientes para bodas o ceremonias, pero casi toda nuestra producción se monta fuera, al igual que el teñido de las piedras o el proceso de lapidario, es decir, la talla y la forma, ya que muchas piedras se rompen al trabajarlas y se precisa de una maquinaria específica que en Canarias no existe”.
Piedras naturales
Al respecto, Sonia Vázquez indica que “la materia prima con la que trabajamos las piezas es muy específica, pues todo son piedras naturales que, además, mandamos a teñir para conseguir colores intensos que la naturaleza no da. Buscamos rarezas para darles ese toque característico a nuestros diseños y por ello casi todas las piedras que están teñidas, como corales o cuarzos, se tratan con láser”.
En este sentido, Fátima especifica que “el trabajo en alta joyería tampoco deja mucho espacio para innovar, pues tratas con materiales que son muy delicados y costosos y por tanto no puedes permitirte hacer cosas raras con ellos. Por ejemplo, trabajamos mucho la perla australiana que, junto a la tahitiana, son las más caras del mundo. Si empiezas a experimentar sobre ellas corres el riesgo de romperlas, con lo cual has desperdiciado los mil euros que vale cada una”. Asegura que “en nuestro caso la innovación la hacemos en detalles, como por ejemplo diseñar hilos de piedras –con los que se montan después los collares- pulidos por una cara y por la otra dejarlos vírgenes o intentar darles formas caprichosas a los minerales como cubos, lágrimas, caramelos..”.

En cuanto a si sus diseños se comercializan fuera de la Isla, comentan que “hasta ahora nuestro mercado es local, pese a que hay muchos turistas que compran los diseños. Pero nunca hemos abierto miras hacia otros países ya que no hemos acudido como expositoras a ferias nacionales ni internacionales. Algo que ahora va a cambiar, pues en septiembre acudiremos por primera vez a Iberjoya en Madrid para exhibir nuestros productos y, posteriormente, también acudiremos a la feria internacional de joyería de Munich”.
“La idea que tenemos en mente es continuar con la tienda de Santa Cruz como una especie de showroom de nuestras creaciones a la par que comenzaremos a centrar nuestras miras en el mercado europeo como mayoristas. Para ello, también estamos trabajando en nuestra página web para poder ofertar la venta online de las joyas”, anuncia Sonia.
En este sentido, recuerda Fátima, aunque reconoce que hay que adaptarse a las nuevas tecnologías, afirma que las mejores embajadoras de las joyas Ana Esther son sus propias clientas. “Hasta la mujer del multimillonario Kashogui estuvo interesada por un collar diseñado por nosotras, ya que una clienta nuestra estaba una noche cenando en el famoso Maxim de Paris cuando ésta se le acercó a preguntarle por el collar que llevaba puesto. Aunque al final nunca llamó para comprarlo es un honor que se haya fijado en nuestras piezas”, puntualiza.
La marca, con más de 40 años en el sector, planea abrir mercado con su presencia en ferias internacionales
Sobre las colecciones que actualmente tienen en venta, especifican que “hemos creado una línea de collares baberos que son muy espectaculares y están gustando mucho a nuestras clientas, colección que expondremos en Iberjoya, así como el próximo día 21 de julio en un desfile que celebraremos para nuestras clientas, previa invitación, en el Hotel Botánico de Puerto de la Cruz. No obstante, en el mundo de la alta joyería no existen colecciones tan diferenciadas por temporadas como ocurre en moda, sino que son diseños más atemporales, diferenciándose en detalles puntuales como por ejemplo caracolas o peces en tonalidades rosas o turquesas para la primavera-verano o las flores y colores más oscuros a través del ónix, amatistas o cuarzos ahumados para la temporada otoño-invierno”.

Cuestionadas sobre si la crisis económica ha repercutido en el sector de la alta joyería, Sonia asevera que “en nuestro caso esta situación nos ha llevado a tener que usar menos el oro para montar las piezas y recurrir más a la plata, que es más barata, pero tampoco es que hayamos notado un descenso muy marcado en ventas, pues nuestra clientela prefiere invertir en una buena joya que sabe que es duradera y que si se rompe puede ser reparada a hacerlo en bisutería por muy de alta gama que ésta sea”.
Precios
“Tampoco consideramos nuestros precios excesivos, ya que las piezas más vendibles, que son collares largos, oscilan entre 80 y 300 euros. No obstante, tenemos otros diseños, como un collar de perlas tahitianas y aguamarinas que cuesta 10.000 euros u otro que ronda los 20.000 euros”, destaca Fátima.

Precios que no solo se ciñen a los materiales de los que están hechos estos sueños de los que penden fantasía y glamour, sino a unos diseños espectaculares que surgen de cualquier fuente de inspiración de la que pueden beber ambas creadoras en su día a día, bien de un paseo por la calle, una revista, o una prenda de ropa. En definitiva, elegancia, arte y pasión que hacen únicos y especiales sus diseños de joyas.
Me parecen que tienen un gustos exquisito,como hago yo para obtener estos estoy en paraguay.
Puede contactar con esta firma a través de su página web http://www.anaesther.es
Gracias por su mensaje.
Un saludo